diumenge, 11 de gener del 2009

Vigència de L. Anneo Sèneca


Ahir vaig llegir un dels tractats morals de Sèneca: Sobre la providencia. Tret d’alguns aspectes anacrònics irrellevants, derivats dels seus vint segles de vida y del coneixement limitat del món al segle I d.C. la seva vigència és indubtable. Molts pares, i mares, que volen el millor per als seus fills haurien de tenir present aquest text. Aquí teniu una petita mostra:

Pues la naturaleza no tolera nunca que lo bueno perjudique a los buenos; entre los hombres buenos y los dioses existe amistad, es la virtud quien la procura. ¿Digo amistad? Aún más, intimidad y semejanza, ya que, en definitiva, el hombre bueno sólo difiere de dios por la duración. Es discípulo suyo, emulador y verdadera progenie; el padre, magnífico, exige la virtud sin contemplaciones; tal como los padres severos, lo educa con extrema dureza. De modo que, cuando veas que hombres buenos, gracias a los dioses, se esfuerzan, sudan, ascienden por lo escarpado, y que los malos disfrutan y se dejan arrastrar por los placeres, piensa que nosotros nos complacemos con la moderación de nuestros hijos, con los excesos y licencias de los esclavos nacidos en casa; que a los primeros enfrontamos a una dura disciplina, y en los otros alentamos la desenvoltura. Quede claro para ti eso sobre la divinidad: no mima al hombre virtuoso, lo pone a prueba, lo endurece, lo prepara para ella...

... que los varones buenos han de hacer lo mismo, sin temer lo áspero y difícil y sin dar quejas de la fortuna. Atribuyan a bien todo lo que les sucediere, conviértanlo en bien, pues no está la monta en lo que se sufre, sino en el denuedo con que se sufre. ¿No consideras cuán diferentemente perdonan los padres que las madres? Ellos quieren que sus hijos se ejerciten en los estudios sin consentirles ociosidad, ni aun en los días feriados, sacándoles tal vez el sudor y tal vez las lágrimas. en cambio las madres procuran resguardarlos en su seno, mantenerlos a la sombra, sin que jamás lloren, sin que se entristezcan y sin que trabajen. Dios tiene para con los buenos ánimo paternal, y cuando más apretadamente los ama, los fatiga, ya con obras, ya con dolores y ya con pérdidas, para que con esto cobren verdadero esfuerzo. Los que están cebados en la pereza desmayan, no sólo con el esfuerzo, sino con el movimiento y con el peso de su cuerpo, desfalleciendo con su misma carga. La felicidad que nunca fue ofendida no sabe sufrir golpes algunos; pero donde se ha tenido continua pelea con las descomodidades, se encallece con las injurias sin rendirse a los infortunios; pues aunque el fuerte caiga, pelea de rodillas.